(Reproducimos un interesante artículo publicado el 04/11/2016 en El Confidencial Digital. Accede al artículo original pinchando aquí)
En primer lugar, el banco impone la firma de la póliza como condición de la concesión del préstamo, cuando este trámite no resulta obligatorio. La ventaja es que la entidad cuenta con una garantía en caso de impago, además de ingresar una comisión por cada póliza vendida, siendo a su vez la prima para una compañía de seguros que muchas veces pertenece al mismo grupo financiero.
Llama la atención también cómo se facilita el acceso a la póliza. En realidad, se ‘coloca’ el seguro de vida en muchas ocasiones sin una previa declaración de salud genérica, sin hacer preguntas sobre enfermedades o factores de riesgo concretos. Es frecuente encontrar cuestionarios de salud genéricos y ambiguos, e incluso a veces se pretende hacer pasar por cuestionario lo que se impone como una declaración del asegurado en relación a su estado de salud por la que vendría a declarar que ni ha tenido ni tiene ninguna enfermedad ni problema funcional. En muchos casos se realizan a mayores de 50 años, donde la probabilidad de que nunca haya tenido una enfermedad o factor de riesgo resulta ciertamente dudosa.
Para el asegurado se trata solo de un trámite más de la burocracia del préstamo, pero ese es el contexto de la contratación que debe tenerse muy en cuenta junto a la asimetría de conocimiento, a la hora de que los tribunales estimen o desestimen las demandas de reclamación de los seguros de vida.
Las compañías de seguros están desestimando reclamaciones en masa de seguros de vida de accidentes con motivo de muerte o invalidez, alegando ocultación en el estado de salud al contratar la póliza. La opacidad de las compañías hace que el ratio de pago por número de reclamaciones no se conozca pero ha quedado acreditado que resulta más alejado de lo que debería ser una rentabilidad de las compañías de seguros basada en el correcto cálculo de las primas. De esta manera, a veces parece que el negocio de las compañías de seguro sea más el rechazo del pago de la prestación pactada que el cobro de las primas de los asegurados.
Resulta llamativo que las compañías de seguro, con unos medios materiales y personales muy importantes, que destinan millones de euros a publicidad, directivos e inversión de activos, pongan tan poca atención en la declaración de salud que realiza el asegurado. Parece que lo que interesa es cobrar la prima porque ya discutirán en su momento el pago de la indemnización pactada. Así las cosas, podría decirse que inducen, por acción u omisión, a unas respuestas o declaraciones de salud que poco o nada se corresponden con el auténtico estado de salud del asegurado.
Además, los precios del banco son mucho más caros (entre un 30 y un 70%) que los de los corredores o agentes de seguros. Por tanto, es bastante habitual que de media los seguros de vida comercializados por entidades bancarias sean un 35% más caro que el resto.
Pero no es complicado dar el seguro de baja en el banco. Hay que tener en cuenta dos aspectos: confirmar que es una hipoteca bonificada, que son aquellas en las que la baja del seguros de vida puede dar lugar a un cambio de condiciones en el préstamo (por ejemplo aumento del diferencial). En caso de que fuese así, es recomendable hacer cuentas para ver que sale más rentable y/o tratar de negociar con la entidad financiera. También hay que prestar atención a la fecha en la que se dio de alta el seguro porque está contemplado un plazo de un mes de preaviso.