Un análisis de AIG concluye que los cobots (colaborative robots) son de vital importancia para fabricantes, usuarios finales, aseguradoras, abogados y legisladores. Pero si se produce un siniestro en el que está involucrado un cobot, ¿de quién es la responsabilidad?
AIG advierte de que no es fácil distinguir la frontera entre responsabilidad profesional y la de producto. Pero para Gonzalo Errandonea, director de Clientes de AIG, “si se tratara de responsabilidad profesional, entonces el ser humano sería el responsable del accidente; y si se tratara de responsabilidad de producto, entonces la responsabilidad podría atribuirse al fabricante del robot”.
Los beneficios de los cobots para las empresas son evidentes, al dotar a los trabajadores de nuevas herramientas para desempeñar las tareas de forma rápida y eficiente.
Pero los cobots que trabajan estrechamente con los humanos también representan peligros potenciales en el lugar de trabajo. Incluso los avances de la Inteligencia Artificial pueden conducir a que un robot de auto-aprendizaje en el trabajo aprenda a hacer cosas y a actuar de formas que no tuvieran previstas ni el fabricante ni el usuario final, añade AIG.