Las compañías de seguros se enfrentan desde 2012 a un dilema: ¿cómo segmentar entre hombres y mujeres al vender productos sin preguntarles por su género? ¿Cómo distribuir seguros destinados al sexo femenino si no se puede saber si el asegurado es una mujer?
Una sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) está en el origen de esta controversia. La Corte de Luxemburgo prohibió que las aseguradoras tuvieran en cuenta el sexo al fijar precios, por ser discriminatorio.
Una asociación de consumidores de Bélgica, Test-Achat, fue la que inició la cruzada. Pleiteó en su país –y después llegó al TJUE–, al considerar injusto que las mujeres pagaran más por sus seguros de jubilación o de salud. La industria argumentó que si pagaban más era por pura lógica estadística: ellas viven más (así que cobran pensiones durante más años) y sus gastos médicos son mayores que en los hombres.
El Tribunal no atendió estas razones y falló a favor de Test-Achat. Paradójicamente, las mujeres salieron perjudicadas. Aunque bajó un poco el precio de los seguros de salud, ellas sufrieron el encarecimiento de los seguros de coche –los más extenidos– pese a tener menor siniestralidad.
Las compañías han tenido que agudizar el ingenio para sortear esta limitación. Línea Directa creó Penélope, una filial orientada al público femenino (replicando el modelo de Diamond Insurance en Reino Unido o la mutua francesa La Compagnie des Femmes).
Otras aseguradoras han diseñado productos para protegerse ante enfermedades propias de mujeres (como el cáncer de mama o de útero).
También se ha apostado por añadir coberturas que pueden interesar más al público femenino en seguros neutros, como incorporar gastos por cirugía estética en los tratamientos oncológicos, o enfatizar el pago de personal que se haga cargo de los hijos o personas mayores a cargo, en caso de hospitalización.
“Lo que hemos hecho casi todas las compañías es que el cliente se segmente por sí mismo, sin tener que preguntarle si se trata de un hombre o una mujer, ya que está prohibido”, explica una directiva de una aseguradora. “Al conseguir que, de facto, el 99% de los clientes de un determinado producto sean mujeres, podemos afinar mejor las coberturas y ofrecer mejores precios”.
En el caso de Penélope Seguros, la compañía se centra en aquellas cuestiones que generar mayor inquietud a la mujer, tales como la asistencia en viajes o la relación con los talleres”, explica Francisco Valencia, director de gobierno corporativo de Línea Directa, “Las mujeres, por lo general, son más prácticas y demandan productos que se adapten mejor a su estilo de vida actual”.
La filial de Línea Directa, no solo hace referencia a un nombre de mujer en su propia marca, sino que toda la estética de la compañía, toda su imagen comercial, tiene ese público objetivo. Desde la concepción de la sociedad hasta el diseño de los productos tiene en mente que el cliente final sea femenino, aunque realmente no puedan saber a ciencia cierta qué proporción de sus clientes lo es.
Seguros de coche
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¿Cómo saber el sexo de un potencial cliente a la hora de venderle un seguro de coche? En el caso de Penélope, sus pólizas de auto incluyen coberturas exclusivas para ellas, como la asistencia a embarazadas por indisposición. Si una mujer que está encinta se empieza a encontrar mal mientras conduce puede llamar a la aseguradora, que le enviará un taxi que la lleve hasta el centro médico más próximo. Además, una grúa se encargará de llevar al domicilio de la asegurada. Penélope también tiene una cobertura específica que indemniza con 200 euros si “te roban el bolso en el coche”.
En la propuesta de Zurich para mujeres se incide en que si se pincha una rueda envían a un profesional para que la reemplace. También cubre otras reparaciones in situ, siempre que pueda hacerse en menos de 30 minutos y no suponga un coste superior a 450 euros. Además, subraya que este tipo de pólizas cubre “el robo de sillitas de bebé o alzador”, por el que llegan a abonar una indemnización de 300 euros.
Póliza Nosotras, de Pelayo Seguros, incide en coberturas como “daños en sillas infantiles como consecuencia de siniestros”, “instalación de cadenas de nieve”, o el compromiso 1:24:7, por el que la compañía se compromete a que la grúa llegará en un máximo de 1 hora, el perito verá el coche en un máximo de 24 horas y el coche estará fuera del taller en un máximo de 72 horas, porque “¿a qué mujer no le falta tiempo en su día a día?”.
Seguros de vidaEn este ramo, Mapfre ha lanzado recientemente el producto Mi Vida, un producto dirigido “a madres con hijos que desean tener cubierto cualquier imprevisto que pueda suceder en su vida”. Cubre el fallecimiento y la invalidez absoluta, como la mayoría dentro de la categoría, pero incide en una indemnización de 10.000 euros en caso de diagnóstico de cáncer invasivo de mama. La compañía Aegon ha diseñado un producto específico para protegerse ante la posibilidad de ser diagnosticada con esta enfermedad. El Seguro Cáncer de Mama paga 30.000 euros a la asegurada por padecer esta dolencia. Además, ofrecerá apoyo psicológico y asistencia a domicilio.
Unas coberturas similares ofrece la póliza Tu Vida, comercializada por el grupo francés CNP (líder en su mercado originario en seguros de vida). En su caso, además de indemnizaciones que van de los 10.000 a los 30.000 euros en caso de sufrir un cáncer de mama, la compañía subraya como coberturas complementarias el pago de hasta 5.000 euros para la cirugía reparadora en caso de accidente, o la cobertura de asistencia para progenitores: el seguro se hace cargo de los gastos que genere el contratar a una persona que se haga cargo de los mayores durante la hospitalización.
Jubilación y viudedad
Incluso en los seguros de ahorro las compañías han desarrollado productos específicos para el público femenino. Es el caso de la iniciativa Aegon En Tus Zapatos que informa a las mujeres sobre las necesidades financieras que tendrán cuando termine su vida laboral y recuerda que solo el 24,3% planifica esta etapa de su vida. La forma de acercarse a este colectivo desde Mapfre ha sido por medio del patrocinio de un extenso estudio sobre la viudedad y la orfandad, que pone de relieve las dificultades económicas que afrontan estos colectivos.