La prueba caligráfica que se hizo a un escrito de la acusada fue vital para resolver el conflicto
La procesada tuvo un accidente de tráfico el 21 de diciembre de 2012 con otra conductora, de forma que esta segunda reconoció los hechos y ambas suscribieron un documento por el que esta le pagaba a la primera los daños, tasados en 387,65 euros. Pese a ello, la encausada dio parte a su seguro, que volvió a pagarle esta cantidad, y la compañía llevó a juicio a la perjudicada para que volviese a abonar la suma que ya había liquidado, siendo condenada a ello por un juez. Finalmente, una pericial caligráfica del escrito, que estaba a máquina, pero en el que la encausada puso de su puño y letra su dirección ha servido para que se descubriera la supuesta estafa procesal y el fiscal haya acusado a esta conductora.
Los hechos ocurrieron el 21 de diciembre de 2012 en la avenida Salvador Allende de Málaga, cuando la acusada sufrió un golpe en su coche al impactarle otro vehículo. Reconocida la culpa por la otra mujer, «se firmó un parte amistoso de accidente y se fijó por ambas la cantidad a indemnizar, abonando la primera a la acusada 387,65 euros, que era lo que el taller había presupuestado como daños».
«La acusada, con ánimo de lucro, ocultó a su propia compañía que ya había cobrado la indemnización y denunció el siniestro, de forma que la empresa le abonó 406,92 euros por los daños causados», dice el fiscal, quien añade que la compañía luego presentó demanda de juicio verbal contra la otra mujer en junio de 2013 reclamándole lo que le había pagado a la procesada. La vista se celebró y la perjudicada, como oposición a la demanda, presentó la factura, pero la otra mujer, acusada ahora en este procedimiento, manifestó que no lo reconocía, que no era su firma y que no había cobrado los daños. La juez condenó a la ya otra fémina, que ya había pagado los gastos, a abonar ahora 409,92 euros a la aseguradora de la encausada.
Pericial caligráfica.
Así, la perjudicada pagó dos veces las consecuencias del accidente provocado, con lo que también fue perjudicada su propia compañía de seguro. El documento fue sometido a una pericial caligráfica. La mayor parte estaba escrito a ordenador pero la encausada anotó allí a bolígrafo su dirección. Así, los expertos determinaron que no era posible ni atribuir ni descartar la autoría de la firma cuestionada de la acusada, pero el texto de la dirección sí fue realizado por ella.