La Audiencia de Palma ha condenado a un taller mecánico de Manacor y su compañía de seguros a pagar entre ambos un total de 19.025 euros al dueño de un vehículo. El motivo: la instalación defectuosa de un inyector, lo que provocó una avería del motor que el establecimiento no supo diagnosticar ni reparar.
Según cuenta el Diario de Mallorca, la Audiencia ha desestimado el recurso interpuesto por el taller (que deberá abonar 9.662 euros) y su aseguradora (que indemnizará con 9.362 euros) contra la sentencia de primera instancia que les condenaba por la instalación de uno de los cuatro inyectores, después de que el cliente hubiera acudido al centro de reparación en una campaña técnica gratuita.
Su recurso se centraba en que en primera instancia se había pasado por alto un informe pericial que culpaba de la avería a una mezcla de aceite y gasóleo en el depósito por avería interna de la bomba tándem, lo que explicaría el hecho de que el vehículo hubiera circulado unos 6.000 kilómetros desde que se instalaron los inyectores. Adicionalmente, los recurrentes solicitaban una reducción de la indemnización en un 37% para que el valor se ajustase al del bien en el momento del siniestro.
Profesionalidad y coherencia del informe pericial
Por el contrario, la Sección Tercera de la Audiencia de Palma entiende que la sentencia de primera instancia es «totalmente correcta, congruente y lógica», sin que encuentre «atisbo alguno de arbitrariedad», desestimando así el recurso.
Además, frente a las críticas del taller y de la aseguradora, cree que debe prevalecer el informe pericial que señaló al inyector como motivo de la avería por «su profesionalidad y coherencia», frente al defendido por los recurrentes que se hizo «con solo mirar el contenido de la botella que el taller le mostró afirmando que era líquido extraído del automóvil meses antes».
Asimismo, subraya que, cuando el cliente llevó el coche averiado, fue incapaz de encontrar el motivo de la avería durante un plazo de dos meses. Frente a este hecho probado, el tribunal señala que existe la evidencia de que uno de los cilindros estaba dañado, lo que era evidente a simple vista; un extremo que también quedó probado durante el juicio por un perito.
Por último, añade que durante el juicio también quedó probado, a través de la declaración de un mecánico, que el hecho de que uno de los inyectores fuera defectuoso no tiene por qué impedir que el vehículo circule durante unos cientos de kilómetros o incluso miles, antes de la avería total del motor, como así sucedió en este caso.
Link a noticia original de INESE: AQUÍ