Warren Buffet, posiblemente el inversor más prestigioso y aclamado del mundo, no se mordió la lengua días atrás cuando le preguntaron sobre el coche conectado: «Será ruinoso para las compañías de seguros». En opinión del gurú, el desarrollo de este tipo de vehículos reducirá a la mínima expresión los accidentes, lo que a su vez pondrá en un brete al sector de seguros. En algunos países, no se descartaría que la cobertura dejara de ser obligatoria para aquellos usuarios de vehículos con siniestralidad cero. Dicho vaticinio parece propio de ciencia ficción, pero podría ganar consistencia en cuanto se democratice este tipo de tecnología.
En la actualidad, los errores humanos son los responsables del 94 por ciento de los casos de accidente de tráfico, porcentaje que desaparecerá con el coche autónomo. Según explicó en una reciente entrevista para la cadena estadounidense CNBC, el consejero delegado del grupo Berkshire Hathaway no concede mucho futuro a su negocio en la aseguradora Geico, en la que participa su compañía, puesto que «perderá dinero en cuanto los coches que se conducen por sí mismos comiencen a extenderse en el mundo».
Según añadió, «en cuanto no existan accidentes, no será necesario contratar un seguro«. Como no podía ser de otra forma, las mismas conclusiones de Buffett también las comparte el vicepresidente de Berkshire Hathaway, Charlie Munger, quien mantiene que «la gente que quiera circular más rápido de lo debido se encontrará que resultará imposible gracias a los límites de velocidad programados en los vehículos, ya que el software no lo permitirá«. De lo anterior se desprende que -a largo plazo- lo que es una excelente noticia para la humanidad, como es la reducción de los accidentes de tráfico, sería un varapalo para las aseguradoras.
En el caso de España, según datos del laboratorio de estadísticas del seguro (ICEA), el 17,6 por ciento de los ingresos del sector de seguros se corresponde con el nicho del automóvil. Eso equivale a más de 10.046 millones de euros al año, de un total de 56.833 millones.
En ese escenario, el mercado del seguros no sufre por esta amenaza latente. «Cuando el coche autónomo sea una realidad generalizada, el sector deberá inventarse otro tipo de póliza, algo que solo ocurrirá en el largo plazo», indican fuentes del sector. Precisamente el negocio del automóvil no es un filón para las compañías de seguros debido a los graves problemas de rentabilidad que sufre el mercado de manera generalizada.
En muchos casos, las pólizas de seguro a terceros de automóviles generan unos costes a las compañías superiores a los ingresos. Eso explica que algunas firmas del sector hayan preferido perder clientes antes que aumentar la clientela en el ramo del automóvil.
Debido a la magnitud e inminencia del problema, las aseguradoras temen mucho más a negocios relacionados con los nuevos usos sociales de los automóviles -como Uber- por los altos riesgos que conlleva el uso intensivo de vehículos particulares en manos de no profesionales del volante.